Hace poco tuve un conversación con un conocido en la que, después de un rato de debate, mi interlocutor dijo lo siguiente: «un escritor es profesional cuando vive de lo que escribe».
Fue una frase dicha sin más, en un contexto bastante distendido y en el que no estábamos hablando de nadie en concreto. Pero fue una frase que me hizo recapacitar y preguntarme cuál es la diferencia entre un escritor profesional y uno aficionado.
¿Quién es un escritor profesional y quién aficionado?
Ya hace mucho tiempo (más o menos desde que decidí que quería ser escritor) en el que me cuesta contestar a una pregunta aparentemente tan sencilla como «¿y tú a qué te dedicas?».
La respuesta más obvia y más corta (soy escritor) suele ser la que más comentarios suscita. ¿No eras ingeniero? ¿No te dedicabas a la consultoría? ¿Entonces ahora sólo escribes? ¿Has publicado algo? Y otras preguntas por el estilo. Sin embargo, sí que es verdad que me cuesta considerar algo como una profesión cuando el dinero que da no te permite vivir de ello.
Hace tiempo os contaba que la venta de libros sólo da dinero para vivir de ello a un 5% de los escritores. Y eso, según unos parámetros bastante arcaicos y obsoletos de clasificación profesional, dejaría al 95% de los escritores como aficionados.
Así que, si el salario que percibe un escritor por sus textos no es un buen baremo para juzgar la profesionalidad de un escritor… ¿qué define a un escritor profesional?
8 características del escritor profesional
Después de darle muchas vueltas, he hecho un mix con las que considero las 8 características que diferencian al escritor profesional del escritor aficionado.
Al leerlas os daréis cuenta de que aplican perfectamente a aquellos que tienen y mantienen un blog. Sea sobre literatura, tecnología, política… o sobre el canto de los gallos en Escandinavia. Un blog requiere de casi todas las habilidades que se presupone que tiene un escritor.
Porque un escritor profesional…
1. Escribe con regularidad
No siempre se puede aplicar a ciegas el refranero popular, pero en este caso tenemos un refrán muy sabio que dice que el hábito hace al monje. Si, puede sonar como una auténtica perogrullada, pero un escritor escribe. Y escribe mucho.
Las rutinas son muchas y muy diversas, casi como personas que escriben. Algunos escribimos poquito a poco, una cantidad determinada de palabras por día durante todos los días. Otros prefieren vomitar sus ideas durante horas, y luego dedicar tiempo a reposar y repasar lo que han escrito. Cada maestrillo tiene su librillo (hoy me está dando por los refranes). Pero lo que está claro es que un escritor tiene una rutina de escritura. Y la cumple.
¿Acaso pensáis que un escritor consigue crear una obra maestra de la noche a la mañana? Antes de eso hay cientos de horas de experimentación con las letras, miles de redacción de un borrador, y otras miles de revisión y modificación de ese borrador.
Por contra, podríamos decir que el escritor aficionado no escribe de manera tan regular.
2. Planifica lo que escribe
Aquellos que hayáis leído otras de mis entradas sabréis que soy un fanático de los planes. Sin embargo creo que un escritor profesional tiene en mayor o menor medida planificado lo que quiere hacer.
No sólo se sienta delante de su cuaderno o portátil a escribir, sin saber de dónde viene o hacia dónde va. Tiene claro qué está escribiendo, para qué lo está escribiendo y tiene una estructura clara de cómo quiere que evolucione. Y fuera de eso, tiene también un pequeño plan de promoción, publicidad, edición, …
En definitiva, piensa más allá del propio texto y tiene un plan. Aunque otra cosa es que lo cumpla.
Al final, un escritor profesional no basa su arte en los impulsos creativos que tenga. Sino que un escritor genera esos momentos creativos, los hace suyos y los mantiene a lo largo del tiempo.
Y más importante todavía, un escritor sabe que la creatividad muchas veces hay que salir a buscarla con una red bajo el brazo. De ahí lo importante que son un hábito y un plan de escritura en la vida de un escritor.
3. Expone su obra
Sea cual sea la plataforma que utilice para hacerlo, un escritor expone sus textos. Algunos publican artículos en revistas, otros microcuentos en redes sociales, poseen un blog o una web, un canal de Youtube… Prácticamente todos tienen su pequeño rincón en Internet en dónde enseñar a su posible público qué es lo que están escribiendo y cómo lo hacen. Y así consiguen aumentar la cantidad de gente interesada por lo que dicen.
Sobra decir que un bloguero por definición ya cumple todos estos puntos: tiene un hábito, un plan y expone su obra. Porque… ¿a quién le gusta seguir un blog en el que no sabes qué mes publicará algún artículo?
Volviendo a los escritores de libros. Aun existen a día de hoy algún que otro escritor que vive de lo que consigue publicar con su editorial (sobre todo si consiguen publicar con alguna de las grandes). Pero el mundo artístico ha cambiado increíblemente desde la aparición de La Red, y el modelo de negocio está cambiando, y ya son muy pocos los escritores que no poseen su propio espacio virtual.
Y esto nos lleva al siguiente punto…
4. Sabe encajar los golpes y aprender de ellos
Porque el hecho de exponer una obra al público siempre conlleva recibir críticas. No me estoy refiriendo a aquellas que vengan de tu editor, tu familia o de aquellos lectores descontentos (o contentos) que pueblan las redes sociales de comentarios destructivos.
Me refiero a todos aquellos comentarios que vamos recibiendo en nuestros blogs, webs o distintos canales. No existe nadie más sabio y que mejor pueda opinar sobre tu obra que aquellas personas que, de manera desinteresada, quieren leerla.
Porque al final un texto, una historia, no es propiedad de su escritor, sino de cada una de las personas que tengan a bien interesarse en ellas. Y, como en todo arte subjetivo (casi cualquier cosa que no se puede demostrar con una fórmula matemática), la interpretación correcta es la que cada uno haga por si mismo.
Muchas veces no se consigue transmitir la idea que pretendemos, o el resultado es totalmente opuesto al que habíamos pretendido. Por eso es vital saber aceptar las críticas y los comentarios de todos aquellos que quieran ofrecértelas.
La humildad de saber reconocer nuestros errores, aceptar que lo que escribimos puede no gustar… es una habilidad básica para cualquier persona. Pero para un escritor es algo vital.
Sin embargo, aunque un escritor tenga que saber aceptar críticas y comentarios de cualquiera sobre sus hijos literarios…
5. Su ánimo lleva armadura completa
Hay críticas que duelen más que otras (normalmente las menos constructivas de todas), aunque todo escritor se expone indudablemente a ellas. Sin embargo, no son solo las críticas las que hacen trizas la voluntad de un escritor.
También está expuesto a la ausencia de respuesta. ¿Habrá gustado? ¿Hay alguien al otro lado que me haya leído?
Al rechazo por parte de sus lectores, o de cualquiera que pase por su pequeño espacio. O al rechazo de las editoriales, los malos resultados (ya sea en ventas como en visitas, visitantes o cualquier otro indicador que utilicemos para medir nuestro éxito).
Y por encima de todo, está expuesto a la crítica de uno mismo. Todos pasamos crisis de fe en algún momento de nuestra vida, pero cuando te enfrentas a un proyecto creativo, en solitario y que abarca un enorme espacio de tiempo sin poder ver resultados… nuestro mayor enemigo pasa a ser uno mismo. Qué voy a deciros yo, que he tirado un borrador de más de 100.000 palabras a la basura porque ni siquiera yo creía en él…
Sin embargo, un escritor tiene que saber sobreponerse, recomponer los trozos de su ánimo y su voluntad, y embarcarse en su siguiente proyecto con la cabeza bien alta.
Y es que un escritor…
6. Dedica mucho tiempo a aprender y descubrir su propio arte
Ya he dicho que un escritor escribe. Pero no solo para que la gente le lea, sino para poder aprender él mismo otras técnicas, métodos y maneras de enfocar una escena. Nuevos narradores, nuevos puntos de vista, nuevos géneros… Un escritor está dedicado en cuerpo y alma a escribir y aprender y…
Leer es una parte vital del aprendizaje de un escritor. Podemos considerar que la lectura es para un escritor, lo que la documentación para cualquier otro profesional.
Ya sabéis que me gusta mucho esta frase de Stephen King sobre el oficio del escritor:
Lee y escribe entre cuatro y seis horas al día. Si no encuentras el tiempo para hacerlo no podrás convertirte en un buen escritor
La cantidad de horas puede ser discutible, pero lo que no es cuestionable es que un escritor debe leer mucho además de escribir. No sólo sobre su escritor favorito, sino sobre toda clase de géneros y autores que puedan darle una visión más amplia sobre cómo se enfrentan distintas personas ante situaciones más o menos similares.
En definitiva, un escritor tiene que encontrar y mejorar diferentes herramientas para poder aplicarlas en su propia escritura.
Porque la práctica es la mejor aliada de un escritor.
7. Trata la escritura como pasión y como profesión
El tratamiento que nosotros mismos damos a nuestra relación con la escritura es extremadamente importante. Tenemos que creernos lo que somos.
O mejor dicho, tenemos que tener claro qué somos.
Si ni siquiera tú mismo puedes clasificar la escritura como tu profesión… ¿por qué habían de hacer los demás lo contrario?
8. Es su peor enemigo
Un escritor es el primero que asume y acepta con total normalidad que sus textos no son perfectos. Es capaz de revisarlos y de ver qué cosas no encajan, dónde podría haber un fallo de estructura, de gramática o incluso de inconsistencia argumental.
Un escritor es capaz de ver antes que nadie si uno de sus textos está a la altura de lo que él mismo espera. Porque un escritor es el primer y mayor crítico de sus propias palabras y es el que menos clemencia muestra con ellas.
Sin embargo, debe saber manejar ese afán crítico en pro del avance de sus textos. Sus propias dudas y críticas no le impiden avanzar y mostrar su obra al público, aun siendo consciente de todos los puntos de mejora que existen. Porque aprende de ello.
Porque…
…a pesar de todas las críticas (propias y ajenas), el tiempo invertido, la paciencia que demuestra día a día con su creación y las horas y horas que dedica a realizar tareas externas a la escritura (promoción, investigación, revisión, edición, …)…
Un escritor profesional ama la escritura y lo único que quiere es escribir.
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