Una de las preocupaciones más recurrentes de las docenas de personas que se han apuntado al minicurso para aprender a escribir ciencia ficción (que ya no se imparte) es la de buscar inspiración. Mucha gente se obsesiona buscando ideas de ciencia ficción y me escribe frustrado porque no son originales, no impactan, no se le ocurren, no…
Cada vez que alguien me escribe algo así, un gatito de Schrödinger define su estado, y no vivo precisamente.
Así que déjame que te cuente el gran secreto de las ideas de ciencia ficción.
Las ideas de ciencia ficción vienen de…
…dentro de ti. Las ideas no caen de los árboles, ni de las nubes, ni se plantan en el suelo. Tú estás lleno de miles de ideas de ciencia ficción diferentes y ni siquiera lo sabes. ¿Por qué? Porque hay una obsesión generalizada con que las ideas vienen o se buscan, cuando la realidad es que las ideas se construyen.
La culpa de la falta de ideas no es que no tengas imaginación, que no seas creativo o que no sepas de ciencia. De hecho, esta última me molesta especialmente. Porque no hace falta saber ciencia para escribir ciencia ficción. Es cierto que no viene mal saberla, pero la lógica y tu propia observación del mundo harán el resto. O los lectores cero, o un amigo, o…
El caso es que hay cierta pasividad a la hora de buscar ideas sobre la que me gustaría hablar hoy.
¿Dónde encuentro inspiración?
Cuando alguien me escribe diciendo que no encuentra ideas de ciencia ficción siempre suele acompañarlo con la pregunta de dónde puede buscarlas. Algo así como si existiera una base de datos alimentada por cientos de escritores en la que fuéramos volcando nuestras ideas, o algo por el estilo.
¿Dónde te crees que nacieron la mitad de los relatos de Memoria selectiva? ¿Leyendo artículos de divulgación científica? ¿Viendo películas de ciencia ficción? ¿Escuchando conferencias? ¿Lleno de opio hasta reventar y manteniendo conversaciones metafísicas con mis amigos científicos? Nada más lejos de la realidad. La mitad, si no el 80% de las ideas de ese libro, vinieron de mi día a día. De cualquiera de las cosas que veo, hago o escucho a lo largo de un día.
- Ciudad oscura nació cuando una tormenta nos dejó sin luz en casa y llenamos todo de velas para apartar la oscuridad.
- El último en reír es fácil: no me gustaba mi trabajo, quería que lo haga otro… ¿y si tuviera un hermano gemelo y pudiera mandarlo a él?
- Conexión, sin destriparlo, diré que tiene que ver con cierto aparato que tenemos todos los que somos padres de un bebé…
- Rellian III nació cuando el médico me detecto ciertas alergias que… ¿sería una pena que lo destripase, verdad?
- Los colores del fin del mundo es la suma de un Starbucks y un paraguas de colores.
- Equilibrio nació al pensar en la patología que tuvo un familiar y en la cantidad de cosas que pueden hacer unas simples pastillas.
- Señor presidente es fruto de uno de los episodios más absurdos que ha vivido la política española en los últimos años. Aunque a día de hoy eso es como no decir nada… porque cada semana aparece uno nuevo que se lleva el top 1… (Edición 2020: y lo que me faltaba por ver…)
El caso es que no llegó la musa a decirme «¡Eh, David! Mira qué idea tan chula tengo para ti». Fui yo el que cogió su día y repasó a ver qué cosas tenían la relevancia suficiente como para convertirse en ideas de ciencia ficción.
Y es que las ideas de ciencia ficción no son algo hiperelaborado y complejo, llenas de alienígenas, tecnología, ciencia y maravillas que constituyen un mundo en sí mismas. No, las ideas de ciencia ficción son pequeñas chispas a las que tienes que echar leña, proteger del agua y soplar, para que se conviertan en una pequeña fogata. Pasar de esa fogata a un incendio forestal de dimensiones intergalácticas es solo cuestión de trabajo, paciencia y mucha gasolina.
Trabajando las ideas
La clave de las ideas de ciencia ficción está en acostumbrarse a trabajar sobre cualquier cosa que llegue a tus manos. En poner esa mirada de ciencia ficción que convierte una sombra en un ser de una dimensión paralela, un alimento en la paranoia de una IA demasiado literal o una pastilla para la felicidad en un genocidio selectivo.
Esas ideas de ciencia ficción parten de premisas muy sencillas de las que tú y yo ahora podríamos decir diez sin despeinarnos. Una lata de cocacola, la cola que acabo de esperar en Correos para enviar un ejemplar de Memoria selectiva al ganador de mi último sorteo, el micrófono con el que he grabado la última lección del curso de Scrivener 3, la bolsa de patatas que me estoy comiendo…
Todas ellas son susceptibles de convertirse en historias de ciencia ficción. Lo único que tienes que pensar es en cómo.
A mí la coca cola me sugiere una megacorporación que intenta modelar a la humanidad con un producto que altera nuestra genética… en forma de delicioso azúcar refinado.
La cola de Correos me lleva a pensar en la ineptitud general de la burocracia del estado. Y eso me lleva a pensar en mil cosas diferentes, pero la primera es en convertirlos todos en robots… e inevitablemente eso termina con una IA gigantesca que nos controla a todos.
El micrófono podría servir para comunicarse con dimensiones paralelas y la bolsa de patatas… esa me la voy a comer sin pensar mal de ella.
Y es que…
…la inspiración no existe
Deja de sentarte a esperar que las ideas de ciencia ficción lluevan. No hay seres adimensionales flotando en el éter y disparando ideas en las cabezas de la gente. Tú eres el único responsable de generar esas ideas.
Y si estás empezando ahora en esto de escribir, no te recomiendo que busques ideas, te recomiendo que te obligues a sacar una idea de lo primero que pilles.
Por ejemplo, de la pantalla en la que estás leyendo esto.
En definitiva
Deja de sentarte a esperar y ponte manos a la obra. Las ideas de ciencia ficción no se van a construir solas y tienes que ser tú el que vaya a buscarlas.
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