Llevo todo el año inmerso en leer ciencia ficción de manera compulsiva. Prácticamente no he leído otro género durante los once meses que llevamos de 2016. Bestsellers, reliquias de hace décadas, últimas novedades, pequeños libros nacionales, nuevos autores… No hay una razón concreta para hacerlo, aunque sí que hay un puñado de pequeños motivos distintos que se han ido sumando: La Rueda del Tiempo dejó exhausto mi afán fantástico, no encuentro terror que me atraiga, las novelas de misterio me parecen cada vez más de lo mismo…
Es más, últimamente estoy teniendo tentaciones muy pecaminosas de comprarme todos los libros sobre Warhammer que vea y devorarlos como si no hubiera mañana. Son fáciles de leer, son ágiles, tienen mucha acción y no necesitan que pienses mucho mientras los lees. ¡Ah sí! Y son muy entretenidos.
No me entiendas mal, nadie me ha obligado a leer ciencia ficción. Lo hago por placer y con pasión. Es que empiezo a pensar que no leer ciencia ficción sería algo muy positivo para escribirla con más ahínco.
¿Quieres saber por qué?
Aquí viene un artículo escrito por un amante despechado. Solo que no hay despecho, porque el amante es un concepto inanimado… y de hecho tampoco se puede decir que haya un amante…
Por qué NO leer ciencia ficción puede hacer que la escribas mejor
Y no solo me estoy refiriendo a leer. Sino a todo tipo de cosas que puedas hacer en tu tiempo libre con ella: ir al cine, ver una serie, jugar a un videojuego, a un juego de mesa, tener una conversación absurda y sin sentido… Ya sabes, cualquier cosa en donde ella vaya a estar presente.
Sin ir más lejos, el otro día me llevaron a ver Animales fantásticos y dónde encontrarlos. Sí, tal y como suena: me llevaron. No es que no quisiera verla, es que ni siquiera me había planteado si quería hacerlo o no. Simplemente surgió la oportunidad y, después de muchos días cuidando de un ángel demoníaco de quince meses de edad, decidí que era muy buena idea irse un rato al cine.
Cuando salí de verla (tranquilo, no voy a hacer ningún spoiler molesto… porque hay poco que contar) me sentí mucho más sabio que antes de entrar. Porque vi en primera persona y en un corto espacio de tiempo (vale, no tan corto) cómo NO se debe desarrollar una historia. Fui al cine con tres personas que viven inmersas en el mundo de lo audiovisual (guiones, producción, dirección,…) y, entre los cuatro, nos quedamos muy a gusto mejorando la cinta de J.K. Rowling.
La verdad es que esa mujer debería habernos pagado por asesorarla… que ayer lo hicimos gratis. Bueno, y sin que ella nos escuchase, pero eso no es lo importante.
El caso es que, tras ver esa película fantástica que bien podía haber sido infinitamente mejor y no lo fue, tuve esta revelación sobre el mundo de la ciencia ficción.
Porque no leer ciencia ficción…
Te da nuevas perspectivas
Ya lo decía Stephen King en su libro Mientras escribo: Leer prosa mala es como se aprende de manera más clara a evitar ciertas cosas. Ups, espera, no, esa no era la frase que quería resaltar. Es esta:
Leer es el centro creativo de la vida del escritor. […] Cuanto más leas, menos riesgo correrás de hacer el tonto con el procesador de textos.
Es muy típico encontrarse por ahí con este consejo para escritores: escribe sobre aquello que te gusta leer. Una frase que, vista desde un punto de vista inverso, viene a decir que leas sobre aquello que quieras escribir. Y eso está muy bien: al terror, terror; a la fantasía, fantasía y a la ciencia ficción, ciencia ficción. Es algo inherente a una profesión como la del escritor. Leer ciencia ficción es el mejor aula de enseñanza para nuestras habilidades y escribirla será su mejor campo de entrenamiento.
Sin embargo, nadie te dice que no leer ciencia ficción pueda ser también beneficioso. Cerrarse en banda al resto de géneros para concentrarse solo en uno te estará quitando un montón de perspectivas diferentes para, en definitiva, enfrentarse a las mismas situaciones. La riqueza está en ver qué hacen los demás e intentar mejorar tú mismo a partir de ellos.
Te enseña a escribir ciencia ficción
La ciencia ficción es un género que, en su esencia, suele tratar casi cualquier tipo de historia que se encuentre dentro del resto de sus hermanos literarios. Aventuras, superación, fin del mundo, misterio, terror, política, drama social… y por qué no, algo de romance. Los tipos de tramas son infinitos. Casi basta con dotar a la esencia de una historia cualquiera con algo de especulación (a ser posible partiendo de un cambio filosófico en la ciencia o la tecnología) y ya tendremos una novela de ciencia ficción.
Así que, si la ciencia ficción utiliza elementos de todos los géneros… ¿qué mejor manera de aprender más recursos para escribirla que leyendo esos otros géneros?
Seguro que escribes mejor intriga en tu misterioso asesinato dentro de una nave espacial si lees novela policiaca. Tus escenas de cama serán más potentes si has leído algo de novela erótica (sí, yo mismo estoy sorprendido de haber escrito esto) y tus secciones de angustia y terror serán mucho más desgarradoras si has leído mucho terror.
No leer ciencia ficción en exclusiva te aportará ese toque externo que podrá enriquecer tus textos.
O te enseñará cómo no quieres escribir algo.
En cualquier caso, habrás aprendido más por no leer ciencia ficción que por leerla solo a ella.
Enriquece a tus personajes
Si hay algo que abunda en las novelas de ciencia ficción, por mucho que me pese confesarlo, son los personajes planos. El escritor de ciencia ficción tradicional y que marca el estigma de nuestro género (ese científico que tiene una idea increíble y solo quiere contárnosla) utiliza las tramas y los personajes como algo secundario para pintarnos el cuadro de su mundo imaginario.
Vale, tienes razón, cada vez es menos frecuente encontrarte con novelas Asimovianas en las que el desarrollo del mundo es más importante que las personas. Pero no me negarás que es muy común encontrarte diálogos vacíos y con poca convicción pronunciados por personas a las cuales podrías cambiar… todo y seguirían contando la misma historia.
Hay otros géneros que se centran mucho más en el desarrollo humano de los personajes. Así que no leer ciencia ficción seguro que te ayuda a ver cómo enfocar el mundo interno de los habitantes de tu mundo.
Cultiva tu tecnoimaginación
Tal cual lo lees. No leer ciencia ficción siendo un amante empedernido de la ciencia ficción disparará dentro de ti esa creatividad científico-tecnológica que todos llevamos dentro. Es posible que no suceda durante la lectura, quizá no suceda tampoco al terminarla. Pero puede que, pasado un tiempo, esa trama, esa idea o esos personajes vuelvan a ti en un momento de inspiración y tu mente les dote de unas características magníficas para contar una historia de ciencia ficción.
¿Qué sucede cuando miras desde un prisma racional una explicación irracional e intentas darle una respuesta? Una respuesta que mezcle ciencia, tecnología, dimensiones alternativas y cualquier otro elemento.
Ahora mismo se me ocurre que uno de los relatos de mi libro (La imaginación también muerde) nació mientras daba vueltas a la idea central de La biblioteca de los muertos de Glenn Cooper. Un thriller histórico y algo paranoico que nada tiene que ver con la ciencia ficción. Aunque, lo que tú sabes de ese relato tampoco parece tener nada que ver con la ciencia ficción…
Liberará tu mente
Siempre he tenido una actitud obsesiva cuando se me mete un tema entre ceja y ceja. ¿Terror? Devoremos todo el terror posible. ¿Ciencia ficción? Devoremos toda la ciencia ficción posible. ¿Fantasía? Leamos La Rueda del Tiempo… el caso es que, después de una intensa época de lecturas del mismo género, la mente necesita un poco de frescura para volver a disfrutar del mismo modo.
No leer ciencia ficción después de haberte empachado de ella resetea tus niveles de frikismo y los deja bien pulidos para otra buena tanda de sabrosa ciencia ficción.
En definitiva
Recuerda que hay vida más allá de la ciencia ficción. La especialización es buena, respetando ciertos límites. Siempre conviene abrir tu mente a otros conceptos y a otras maneras de hacer las cosas.
Se puede aprender mucho de casi cualquier escritor y de casi cualquier libro. Incluso (y sobre todo) de aquellos que no son demasiado buenos. Al fin y al cabo, al igual que en el mundo de la investigación, no conseguir demostrar algo es también un aprendizaje importante.
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