Uno de los temas que, de manera principal o como fondo del escenario, llena mis historias es el de cómo controlar a la sociedad usando la ciencia ficción. Hoy quiero contarte cuáles han sido mis métodos favoritos en algunos de los relatos que ya he publicado, en otros que no y en la novela que tengo entre manos (Mariposas de acero).
Como he escuchado tus comentarios y los del resto de lectores del blog, voy a volver a darle la importancia que se merece a la ciencia ficción, a las ideas locas y a las maneras que tenemos los escritores de doblar la realidad para adaptarla a lo que nosotros queremos. Y, no nos engañemos, lo que todos los escritores de ciencia ficción queremos es controlar, dominar y destruir el mundo.
¿Por qué controlar a la sociedad usando ciencia ficción?
Cuando busco montar un mundo basado en el actual en el que pueda hacer o incluir todo lo que me apetece para una historia, suelo necesitar algún punto de ruptura que me permita distorsionar lo que tenemos ahora y llevarlo a lo que me de la gana.
En ese contexto, para conseguir que la humanidad tenga un enemigo común, un algo superior a ellos que les obligue a luchar, tengo la tendencia perversa de controlar a la sociedad a través de algún método imaginativo. Hacerlo así, poner a una mente perversa, a una entidad (gobierno, megacorporación, sociedad secreta, mente malvada…, lo que sea) que agarre a la humanidad con mano de hierro.
O con una mano suave, sibilina, que ejerza un control brutal sin que la humanidad se dé cuenta de que está sufriendo esa manipulación.
Y aquí lo divertido es, precisamente, controlar a la sociedad usando ciencia ficción. Usando algún elemento científico-tecnológico que nos permita hacerlo.
¿Cómo?
Si no se unen a ti, mátalos
La primera manera de controlar a la sociedad usando ciencia ficción es la más burda, la más bestia y la más extendida: un genocidio en toda regla.
Es una técnica que he utilizado en, al menos, dos relatos (Señor Presidente, de Memoria selectiva y en una saga que no ha visto la luz llamada El Colapso). En ambas, lo que hice fue escoger un país con delirios megalómanos al azar (EEUU, por ejemplo) y hacer que distribuyera algo capaz de exterminar a parte de la población.
En el primer caso, Señor Presidente, lo hice con un virus. Un ente distribuido por el globo que, según los parámetros del gobierno de dicho país, se aferrase a parte de la humanidad. Luego, en una fase posterior, lo activarían mediante un disparador en función de sus necesidades.
Lo que pasa es que, en ese relato, las cosas no les salen como esperaban…
En el segundo, El Colapso, la intención era similar (controlar a la sociedad mediante el exterminio de la parte que más les molestaba), pero distribuyendo tecnología gratuita por los países involucrados. En concreto, el país este del que os hablo, totalmente aleatorio y sin intención oculta alguna (EEUU), regalaba aparatos de fisión (o fusión, o lo que queráis vosotros). Con ello conseguían acabar con el problema energético del planeta, pero plantaban bombas de destrucción masiva por todo el globo.
Lo del nombre, El Colapso, ya os imagináis por qué es. Aunque la historia no tiene nada que ver con lo que os acabo de contar, es solo el background sobre el que se construye todo.
Genocidio selectivo
Otra manera de controlar a la sociedad usando la ciencia ficción se me ocurrió estando en un hospital (mi mujer es médico, paso mucho tiempo en ellos :P). Hablando de crisis cerebrales, de medicamentos que afectan al sistema nervioso y a la cognición y de las cosas que se podrían llegar a hacer, surgió la idea de escribir Equilibrio, también de Memoria selectiva.
En él exploré la posibilidad de que una droga le hiciera a tu cerebro analizar si su vida merecía la pena o no. Una revisión completa de la mente, presente, pasado y posible futuro, en la que ella misma decidía si vivir o morir. Además, en caso de que la decisión fuera positiva (seguir viviendo), al haber hecho que tú mismo te enfrentases a todo lo que te afecta y salieras victorioso, perdías los impulsos extremos. Personas tan sumamente equilibradas, tan en paz consigo mismas y con su entorno, (os llamé los ecuánimes) que parecían seres sin emociones.
Y, por supuesto, la tasa de mortalidad superaba el 50%, estaba financiada por el gobierno y tenía como objetivo controlar a la sociedad.
NOTA: esta información no desvela nada sobre el relato en sí. Ya en las primeras líneas se habla de la droga y de sus efectos, porque el núcleo del relato es otro 😉
Drogas/virus
Muy en línea de lo anterior, una de las formas más fáciles de controlar a la sociedad usando ciencia ficción es crear una droga de fácil distribución y consumo regular que consiga que tu humanidad haga lo que tú quieres. De hecho, es una consecuencia directa de los dos relatos anteriores y del que te hablaré justo después.
Lo ideal sería infectar el aire completo de la Tierra, el agua o algún otro recurso esencial con algo para lo que solo tú (o tu grupo de déspotas) seas inmune.
En este caso, el objetivo sí que es controlar a la sociedad y no matarla. Buscas reducir sus impulsos violentos, su cuestionamiento constante de las reglas o cualquier otro de los deseos de tu villano.
Un crisol perfecto para crear a un verdadero héroe que se revele contra el sistema.
Control total
En mi búsqueda del control de la sociedad perfecto, decidí que había que acotar el entorno para poder hacer lo que quisiera con ellos. No te voy a contar el plan completo que tengo (del cuál escribí 140.000 palabras que aparqué en un cajón), pero déjame que te ilustre sobre cómo podrías controlar a la sociedad usando ciencia ficción, mucha ciencia ficción.
Aunque puedes leer un ultraresumen en el relato Mega-Estructura D-F3–2A9 de La imaginación también muerde. 4000 palabras que te cuentan la historia del protagonista y te sumergen en el mundo de Logma. Algún día tengo que retomarlo… porque no te haces a la idea de la complejidad de universo que creé ahí, uno de los motivos por los que abandoné el proyecto.
Pero vamos a lo que vamos, a controlar a la sociedad usando ciencia ficción.
Lo primero que tienes que hacer es limitar el sitio en el que viven. En mi caso, escogí un edificio de colonización de planetas de atmósferas agresivas, un prototipo para ser exactos. Después aniquilé al resto de la especie. Aquí el cataclismo da igual, solo importa que la gente que vive dentro del edificio crea que está aislada y sola.
Y una vez que tienes a tu sociedad bien encerradita, lo que necesitas es una combinación de adoctrinamiento y miedo. Así puedes lavarles el cerebro desde que nacen, engañarles y conseguir que trabajen para lo único que tú necesitas. Para terminar, para los más rebeldes y para asegurarte el éxito, solo tienes que añadir un poco de drogas para relajar sus partes más impulsivas, dispositivos para modular y controlar sus sueños y un poco de tecnología muy avanzada para monitorizarlos a todos y ajustar las sustancias que le das a cada uno.
Pero claro, teniendo en cuenta que has creado un megaedificio tan avanzado… eso no supondrá un problema 😛
Implantes cerebrales
Y llegamos al final de la lista, a la joya de la corona: el método que he utilizado en Mariposas de Acero. Para esta sociedad futurista, distópica, basada en el relato que da nombre a Memoria selectiva. Un mundo ambientado en una Asia de dentro de mucho tiempo, porque, como te dije hace tiempo, Asia es el escenario perfecto para la ciencia ficción.
El caso es que aquí se juntan dos piezas muy necesarias para poder dominar a la nueva humanidad.
La primera, es una entidad cibernética con capacidad para controlarlos a todos. Un superordenador con conciencia propia que se encargue de tomar todas las decisiones.
¿Lo tienes? Mejor, así no tengo que destriparte Memoria selectiva ni desvelarte nada de Mariposas de Acero.
Después, cuando ya tienes a esa entidad destinada a ser el Dios-máquina de los hombres, tienes que darle un mecanismo para controlarlos. Y en mi caso eso lo hice dándoles lo que más ansiaban: una evolución a algo muy superior a un ser humano normal.
Este ser, el Entramado, creó unos dispositivos muy chulos (llamados CCE, Centros de Control Exo[esqueleto]) metálicos y con forma de una pequeña mariposa (de ahí el nombre del libro) que se insertan en el sistema nervioso y el cerebro a través de la base del cráneo.
Al hacerlo, consigue dotar a la neohumanidad de un cerebro humano con todo el potencial de un superordenador, además de darles la posibilidad de expandir su cuerpo con unos endo y exoesqueletos de lo más molones.
¿El precio? Que abren las puertas de su mente al control del Entramado.
Y este, amigo mío, es el método perfecto. La humanidad se cree libre, se cree superior, cuando en realidad solo es la marioneta de una máquina.
Qué ganas tengo de contarte más de este mundo 😛
En definitiva
Que nadie te diga que controlar a la sociedad está mal. Bueno, sí, si lo que estás pensando es en llevarlo a cabo de verdad. Pero si lo que pretendes es controlar a la sociedad usando ciencia ficción, aquí tienes 5 maneras maravillosas para controlarla. A partir de aquí, puedes construir la historia que quieras: superación, heroicidades, Apocalipsis, conspiraciones…
El mundo está a tus pies, literalmente.
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