Normalmente me tomo mi tiempo antes de publicar una reseña, de hecho tengo pendientes unas cuantas, pero esta vez haré una excepción. Porque La guerra interminable de Joe Haldeman me ha hecho disfrutar mucho.
Escrita durante los 70 y publicada en 1975 esta novela de ciencia ficción ligeramente dura es todavía hoy una delicia para tus ojos de lector. Por algo La guerra interminable recibió la tríada de premios del mal (Nébula, Locus y Hugo) de su año.
La guerra interminable: Sinopsis
Iniciada en 1997, la guerra con los taurinos dura desde hace siglos. Como pasan de un mundo a otro a velocidades superiores a la velocidad de la luz, las tropas de la guerra interminable envejecen solo unos pocos días, mientras que en la Tierra pasan los años y el planeta se vuelve cada vez más irreconocible.
De este modo, la lucha más cruel que habrán de mantener estos soldados será su batalla personal contra el tiempo.
Opinión
Acabo de terminar la última página y creo que es justo poner, de manera literal, mi primer pensamiento al hacerlo:
«Un libro bonito dedicado a la estupidez humana».
Escrito hace 40 años (que se dice pronto) La Guerra Interminable tiene como núcleo hablar de una guerra que nadie comprende y que deshace la vida de las personas a las que reclutan para ir. Tanto por el mero hecho de ir, morir o sobrevivir a una guerra, como por el hecho de obligarles (de manera indirecta pero inexorable) a reengancharse como soldados cada vez que se licencian.
Una guerra interminable que, además, tiene la insidiosa manía de dilatar la separación temporal entre los humanos que no están en guerra y los humanos que luchan por ellos.
Porque la guerra interminable tiene lugar en las estrellas, muy lejos de aquí, contra una raza de seres de los que sabemos poco o nada. Bueno sí, solo sabemos una cosa: nos matan si nos ven, los matamos si los vemos. Y el problema del sistema de transporte a grandes distancias (a través de colápsares) que utilizan es que tiene unos efectos relativistas temporales tremendos.
Cada reenganche en el ejército implica desviarse desde décadas (en el mejor de los casos) hasta siglos con respecto a tu fecha de nacimiento real. Aunque tu edad subjetiva sea de 20 o 30 años, tu edad absoluta respecto a la Tierra pasa a ser de 100, 200 o 500 años.
Pero es que ese es otro elemento más para que Joe Haldeman pueda desplegar su imaginación. Y lo hace mostrándonos una vieja Tierra en el año 2000 (sí, ten en cuenta que él partía del año 1970), otra en el 2020, otra en el 2380… Tierras tan alucinantes, como extrañas, dispares y absurdas desde los ojos de alguien nacido en el siglo XX.
Todo ello regado con un montón de ideas muy buenas que reflejan la evolución de la humanidad en el viaje espacial. Desde aceleraciones pequeñitas (a pocas G) a aceleraciones brutales y cómo la humanidad se enfrenta al hecho de que el cuerpo humano no pueda soportarlas. Y no solo con ciencia espacial, sino también con ciencia militar.
Porque no esperes que la lucha en el espacio tenga lugar en planetas a 20º con atmósferas respirables. Las luchas tienen lugar en los peores entornos que puedas imaginar. ¿Cómo? Con trajes militares herméticos tipo Dreadnoughts de warhammer 40k.
¿Qué más se puede pedir? Ciencia, tecnología, ficción, acción y filosofía.
Esta novela lo tiene todo.
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