Hace unos días empecé un artículo dedicado a explicar cómo trabajar en la nube. Escribí algo así como 700 palabras y… las tiré a la basura. Me di cuenta de que no quería hablar de herramientas, ni de métodos. Quería hablar de conspiraciones, de teorías descabelladas y del poder que tienen algunas empresas en la sombra.
Así que, en lugar de hablar sobre cómo trabajar en la nube, vamos a hablar sobre qué es lo que hacen con nuestros datos cuando trabajamos en la nube.
Porque para eso estamos en un blog de ciencia ficción, con un escritor de ciencia ficción que ve historias en cualquier parte.
¿Por qué trabajar en la nube?
Antes de entrar en materia, conviene destacar que el hecho de trabajar en la nube no es malo per se. Trabajar en la nube tiene muchísimos beneficios que hacen que, cada vez más, todos dependamos de esa nube.
Volveré luego con esta dependencia, porque ahí está la clave de este asunto.
El caso es que la nube es un concepto genial. Toda tu información disponible en cualquier momento y desde cualquier lugar. Sin dependencias físicas, sin miedo a perder datos, con cambios de versión…
¿Quién no querría trabajar en la nube?
Sí, yo trabajo en la nube
Hace muchos años perdí un disco duro con fotos irrecuperables, mi mujer perdió su cámara de fotos durante una fiesta de la universidad, yo volví a perder un ordenador años después… Y conozco casos de gente que ha perdido proyectos y trabajos enteros por fallos en archivos, en la corriente de su casa, en…
Las copias manuales en discos duros externos a veces ayudan, pero siempre pasa un tiempo entre que generas el archivo crítico y haces la copia. A veces días, a veces semanas y a veces meses. Y a veces es el disco de copia el que se rompe.
Por eso hace mucho tiempo que tengo todos mis proyectos importantes (webs desarrolladas en WordPress, novelas empezadas, relatos o este mismo blog) en la nube. Lo cual protege mi trabajo pero, ¿protege mis datos?
¿Qué es lo que estamos dando a esas empresas?
Casi desde que nació, siempre le he tenido respeto a Facebook y a los datos que le daba. Primero fue la paranoia de un ingeniero de telecomunicación en formación y luego fue la experiencia práctica.
En una clase de un máster, pidieron un voluntario para aceptar la típica encuesta de «¿Qué tipo de nave espacial eres?». Cuando la mujer aceptó desde su cuenta aquella encuesta, en el proyector vimos… todo. Vimos sus inclinaciones políticas, sus gustos, extrapolaciones de su educación y otros temas a partir de su manera de escribir, sus amistades, con quién se relaciona, su edad, los sitios que había visitado…
Lo vimos todo.
Todos creemos que Facebook es un caso a parte, pero no es el único caso sonado. Y, desde luego, son solo los que hemos descubierto.
Vamos a exponer tres casos más para sentar las bases de esta teoría conspiranoica sobre trabajar en la nube.
Google y los micrófonos
Hace un tiempo surgió la teoría de que Google usaba los micrófonos de móviles Android y ordenadores para sugerir publicidad basada en nuestras conversaciones. Uno de los muchos artículos que hay hablando de esto es este vídeo.
En él nos hacen una demostración en directo de cómo cambian los anuncios en función de lo que dice la persona que lo graba.
Muy perturbador.
No tardaron en darse cuenta del poco rigor que tenía ese estudio y no tardaron en salir vídeos desmintiéndolo con procesos mucho más científicos (como este).
Sin embargo, este hecho abre una duda razonable sobre Google y toda la información que tiene sobre nosotros. No digamos, como yo, eres de los que les gusta trabajar en la nube con el menor número de herramientas posibles y, por supuesto, usas Google Drive.
Móviles, apps y permisos
Cada vez que instalas una aplicación en tu móvil, estás dando permiso a esa aplicación para ver todo lo que tienes. El acceso, salvo honrosos intentos por limitarlo de algunas compañías, que das a esas aplicaciones es enorme.
Localización, otras aplicaciones instaladas, uso… incluso cosas más personales.
Esto hace que de vez en cuando surjan aplicaciones cuyo único objetivo es que las instales para obtener una gran base de datos sobre tu comportamiento y el de otros miles o millones de personas. Como una que triunfó hace unos años y daba a tu rostro un aspecto tipo manga.
Publicidad online
El hecho de que la publicidad de algo que has buscado en Google te persiga en todo el ecosistema Google es normal. Que AdSense (la plataforma de anuncios de Google) sepa que te gustan los gatos, hace que las webs que usan AdSense te ofrezcan cosas de gatos.
Pero, ¿qué pasa cuando buscamos algo en Amazon y nos lo empieza a publicitar Facebook? Son dos ecosistemas separados que ¿comparten mis datos?
¿Sabemos realmente toda la maraña de relaciones que hay entre las empresas del FAANG?
FAANG: acrónimo de Facebook Apple Amazon Netflix Google.
Porque entre todas ellas, no lo olvidemos, tienen todos nuestros datos.
¿Trabajar en la nube es seguro?
En teoría, las compañías aseguran un cifrado de datos basado en tu contraseña al que solo tú puedes acceder.
Pero, ¿no se supone que Google y Facebook también aseguran nuestra privacidad? ¿No es ilegal que utilicen unos datos para los que no tienen permisos y los vendan? ¿O que los usen para mejorar nuestra experiencia de usuario?
Dropbox, iCloud, Google Drive… hay muchos sistemas que nos permiten trabajar en la nube a los que enviamos información sensible cada día.
Yo tengo las facturas, mis proyectos de Scrivener, mis proyectos de desarrollo WordPress y demás en Dropbox. Tengo mis excels de facturación en Google Drive, junto con datos de clientes, mis fotos…
Google y Dropbox tienen todo de mí.
Quizá no puedan usarlo, quizá sea ilegal que aprendan del contenido de esos documentos. Es más que posible que ni siquiera puedan leer lo que contienen.
Pero saben qué tipos de archivos subo.
Cuando los uso.
Desde dónde los descargo.
Desde dónde (ubicación) subo documentos.
Desde dónde (soporte tecnológico) subo esos documentos.
Con quién los comparto.
Y otra serie de información que obtienen de manera indirecta. Datos que pueden extraer del proceso de subida y descarga de archivos.
¿Qué me asegura a mí que no tienen un estudio de comportamiento basado en esos parámetros? ¿Qué me asegura que no se lo están vendiendo entre ellas para acotar las ofertas que me proponen?
Y lo que es más preocupante, ¿qué me asegura a mí que no están filtrando la información que recibo en internet en función de ese estudio de comportamiento?
Trabajar en la nube quizá sea seguro para mis datos, pero no lo es para cómo se comporta la nube conmigo. Facebook puede entender que soy de derechas y ocultar las publicaciones de mis amigos de izquierdas. Google puede entender que soy desarrollador y quitar de sus resultados aquello que no tenga que ver con el desarrollo…
Estas empresas que nos facilitan trabajar en la nube pueden hacer un estudio increíblemente preciso y detallado sobre el comportamiento humano. Sobre mi comportamiento humano.
¿Qué nos depara el futuro al trabajar en la nube?
Nuestra privacidad no es la que nosotros creemos. O más bien, nos hacen creer que tenemos una privacidad que no es real. Al trabajar en la nube, aceptamos ser dependientes de una herramienta que se retroalimenta con nuestra información.
¿Por qué Google y Dropbox nos regalan un montón de espacio en la nube? Espacio que, por cierto, tiene un coste económico real y millonario.
Porque, amigos míos, el producto, el negocio y el beneficio que ellos obtienen… somos nosotros.
El futuro puede depararnos una desinformación selectiva en función de lo que ellos crean saber de nosotros, una ausencia total de privacidad entre anunciantes y clientes y, lo que más me preocupa, una sociedad borrega en la que los caminos ya están prefijados para nosotros por esas grandes empresas.
Acotación final
Este artículo cabalga entre una visión realista y una visión ficticia de la realidad. Trabajar en la nube será seguro hasta que se demuestre lo contrario y no hay demasiadas pruebas concretas y objetivas de que (casi) nada de lo anterior sea cierto.
Pero eso no quita que al trabajar en la nube estemos abriendo las puertas de nuestro hogar digital a empresas cuyo interés no somos nosotros. Es el dinero.
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