Hace unas pocas semanas os hablé sobre qué es la ciencia ficción y os expliqué (brevemente) cómo se clasifica, así que ya va siendo hora de que pasemos a hablar sobre cómo escribirla.
Este artículo va a iniciar una serie de posts sobre los conceptos más recurrentes en los libros y películas de ciencia ficción. Mi intención es analizar cómo y por qué se utilizan tanto en las típicas historias de ciencia ficción, además de explicar cuáles son las teorías más utilizadas para cada una de ellas.
Algo así como los artículos de Ana Katzen (que os recomiendo que leáis, sobre todo si necesitáis matar a alguien utilizando algún arma de mano) sobre la lucha cuerpo a cuerpo y con armas de mano. Su serie de cómo escribir peleas (in)creíbles me tiene totalmente enganchado.
Cómo escribir ciencia ficción verosímil
Uno de los aspectos más importantes para escribir ciencia ficción creíble es la coherencia y credibilidad de los conceptos que se describen en sus obras. Esa es la clave que caracteriza la ciencia ficción, como ya os comentaba el otro día en Qué es la ciencia ficción. Una clave que constituye una de las diferencias esenciales entre la ciencia ficción y otros géneros de ficción especulativa (como el terror o la fantasía): la percepción de verosimilitud que tienen los recursos que utilizan sus autores.
Vuelvo a repetir que no es necesario que sea físicamente posible realizar la proeza, hazaña, invento o ida de olla que se os haya ocurrido. Lo que es importante es que parezca posible y que el lector se crea que sabéis de lo que estáis hablando.
Así que, con la intención de ayudaros en el proceso y daros ideas muy jugosas para que penséis en vuestras propias alternativas, hoy voy a hablaros del que, quizá, es el concepto más importante y recurrente que necesitáis conocer para escribir (y leer) ciencia ficción: el viaje espacial.
Aunque antes de continuar os dejo un menú del día navegable del artículo. Como me ha quedado un artículo bastante más largo de lo habitual, así que lo he dividido en dos partes.
Aquí tienes la segunda:
El viaje espacial
No sé vosotros, pero en mi caso, más de la mitad de los libros de ciencia ficción que he leído trataban o utilizaban algún tipo de viaje espacial.
Y no es de extrañar. Desde que el ser humano sabe (o intuye) que existen otros planetas, satélites o estrellas ahí fuera, se ha preguntado qué habrá en ellos y cómo podríamos llegar. Pero no solo en los últimos dos o tres siglos, sino desde mucho, mucho antes…
Mucho antes de que Julio Verne hablase de su famoso Viaje a la Luna hubo gente que se planteaba un pequeño viajecito hasta allí. Y con mucho antes me refiero a más de 1600 años antes. Luciano de Samosata fue su nombre y fue uno de los primeros (sino el primero) en escribir sobre un viaje espacial.
Aunque él pensase que la Luna estaba a escasos 550 km (un poco menos que los 384.400 km que nos separan en realidad) y fuera un tornado el que trasladaba a los protagonistas hasta allí.
Dejemos el siglo II y volvamos al XXI.
¿Cómo se ha planteado el viaje espacial hasta ahora y qué consideraciones mínimas tenemos que tener?
Consideraciones previas al viaje espacial
Muchas veces nos parece trivial hablar de que nuestros personajes realizan un viaje espacial que los lleva a los confines de la galaxia. De hecho hay grandes series de ciencia ficción que no solo abusan de estos viajes, sino que dan unas patadas bastante interesantes a la física que podría hacer posible esos viajes.
Aunque… si lo que importa es lo que pasa después de ese viaje… ¿qué más da que no se pueda realizar?
A lo que voy es a que, antes de emprender un viaje espacial hay que conocer los 3+1 elementos básicos que hay que tener en cuenta:
1. Combustible
Todos conocemos la famosa ecuación de Einstein de E = m * C2. Dando por hecho que es cierta, no hace falta ser un científico para saber que la energía está relacionada con la masa.
Cuanto más pese la nave que queramos mover, más energía cinética necesitaremos para moverla. Ergo… más combustible necesitaremos.
¿Os habéis preguntado cuanto combustible haría falta para realizar un viaje espacial con una masa tan enorme como la de un cohete?
La energía cinética necesaria para hacer despegar un simple cohete es… brutal. Los que tenemos a día de hoy solo hacen algún que otro pequeño viaje espacial de algunos cientos de miles de kilómetros y ya portan más de la mitad de su peso total en combustible.
De hecho y para que os hagáis una idea, la nave Saturno V, con un peso de 3 000 toneladas, utilizaba más de 2 000 toneladas de combustible. Un 66% de su masa total para propulsar las misiones Apolo de la NASA.
Además, como el combustible también pesa, la relación entre lo que mueves y cuánto necesitas para moverlo no es para nada lineal.
Y nosotros estamos hablando de enviar una nave a estrellas situadas a millones de kilómetros… con una tripulación, un equipo y unos sistemas que pesarán un montón de toneladas.
Así que una de las primeras cosas que os tenéis que plantear es a dónde vais y decidir qué nos proporcionará la energía necesaria.
Nunca pretendáis ir a la galaxia de Andrómeda utilizando motores de combustión. Inventaros un nuevo sistema de fusión, desintegración atómico, una nueva ley física recién descubierta o lo que queráis que os proporcione esa energía en pequeños y cómodos motores espaciales que no pesen mucho.
Quizá os parezca una tontería pero a un lector avezado de ciencia ficción o que tenga una formación en ciencias decente no se lo parecerá.
Y no hay nada que desluzca más una buena historia de ciencia ficción que un detalle descuidado que salta demasiado a la vista.
2. Tiempo
Creo que a día de hoy no somos siquiera capaces de alcanzar un 10% de la velocidad de la luz. Como ya sabéis, esta velocidad es igual a 300 000 000 m/s… (o lo que es lo mismo 1 080 000 000 km/h).
¿Cuánto tardaríamos en hacer el viaje espacial más corto posible a otra estrella a esta velocidad?
Alfa Centauri (que es esa estrella) se encuentra situada a 41 billones de kilómetros (de los españoles con 12 ceros, no de los anglosajones con 9).
Así que sin tener en cuenta los períodos de aceleración y deceleración (que aumentarían drásticamente la duración del viaje) tardaríamos casi 16 000 de días en llegar. Unos 50 años para visitar a nuestra primera vecina…
Si tenéis interés en estos cálculos que demuestran lo extremadamente difícil que es un viaje espacial a día de hoy os recomiendo entrar en Naukas y leer este artículo.
No me entendáis mal, con todo esto no os estoy diciendo que necesitéis hacer NINGÚN cálculo para escribir un viaje espacial, sino que es muy importante que conozcáis las implicaciones que tiene viajar a velocidades reales o a velocidades ficticias.
No es lo mismo ambientar vuestro viaje espacial en el siglo XXI, sin apoyaros en ninguna tecnología no existente que hacerlo en el siglo VXX o en un futuro ficticio en el que la humanidad dispone de algo que lo hace todo más fácil.
Vosotros veréis si queréis que vuestros protagonistas y 400 generaciones posteriores mueran en el viaje, o que lleguen a su destino en cómodos plazos de unas horas.
3. El vacío que no está vacío
Aunque el espacio que rodea los sistemas, las estrellas y los planetas es, en su mayor parte vacío, no podemos descartar la existencia de partículas, gases o micrometeoritos que puedan hacernos explotar en mil pedazos.
¡Vaya estupidez! Si nuestra nave tiene un blindaje de 7 metros de grosor del mejor metal forjado en las entrañas de la luna… ¿Cómo va a afectar a mi nave un pequeño meteorito de, digamos, un centímetro cúbico?
Bueno, digámoslo entonces de otro modo… Si soltáis una piedra de un centímetro cúbico sobre vuestro pie… no os dolerá nada. Pero…
¿Qué pasa si tiráis esa piedra con fuerza?
¿Y si la disparáis con un tirachinas?
¿Y si lo hacéis con una pistola?
¿Y si ahora multiplicáis eso por 100 000?
No solo desaparecerá vuestro pie, sino que también lo hará parte del suelo… y de vuestra ciudad.
Es un pequeño detalle que, en la mayor parte de los casos, se puede llegar a obviar. Con un buen sistema de navegación, sensores phalnax ultrasensibles, escudos deflectores, recalibrado automático de ruta y siendo muy rápidos en nuestro viaje ni siquiera nos tendremos que preocupar.
Pero si estáis haciendo un viaje espacial a ese famoso 7% de velocidad de la luz que podemos alcanzar, en una nave hecha en EEUU a base de aleaciones de metales comunes del tamaño de un cohete espacial y con una duración de viaje estimada de 50 años… una pequeña piedra de las que molestan en un zapato que impacte a cualquiera que sea su velocidad contra nosotros que vamos a 76 000 000 km/h…
¿Os hacéis a la idea verdad?
Explosiones, metal y trocitos de carne.
4. Extra: El sonido en el vacío
Este es un extra que, aunque pueda parecer irrelevante, suele hacer que salten una serie de alarmas en el interior de mi cerebro.
El sonido es una onda y, como toda onda, necesita un medio por el que propagarse.
Y el vacío es… pues eso, vacío. No hay moléculas por las que se pueda propagar ninguna onda.
Por favor si vais a ambientar una batalla en el espacio… el sonido solo se podrá escuchar por las explosiones DENTRO de la nave. No hagáis como en StarWars… los saltos al hiperespacio (algo de lo que también tengo mucho que decir…) no tendrían ningún sonido exterior.
¡Un viaje espacial visto desde fuera NO HACE RUIDO!
Es algo que hacen muy bien en la película Gravity o en 2001 Odisea en el espacio. Los motores se encienden sin emitir un solo sonido y los choques contra la cubierta de las naves no emiten tampoco un solo quejido.
Tened en cuenta esto, porque el silencio en el espacio puede ser un recurso dramático de increíble potencia.
En resumen
El viaje espacial es mucho más complejo de lo que puede parecer. Hay detalles que pueden catapultar tu ingenio e inventiva hasta cotas insospechadas, pero un pequeño (o no tan pequeño) desliz en alguno de los cuatro puntos anteriores te harán quedar bastante mal.
Recordad que no es necesario ser un experto cosmonauta, ni un físico, ni un matemático… ni siquiera hacer un solo cálculo o conocer una sola ley física (avanzada) para escribir una buena historia de un viaje espacial.
Sin embargo, es necesario cierto rigor a la hora de plantear las características de nuestros viajes teniendo en cuenta que todo lo anterior está ahí y no podemos evitarlo.
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