Y no vamos a hablar ni de perros, ni de gatos, ni de periquitos. Sino de mascotas mucho más exóticas y curiosas. De casos reales de escritores que disfrutan de la compañía de pequeños (o grandes) animales que el resto consideran extraños.
La imagen que tenemos de los escritores, además de la típica persona aislada en una casa perdida en el monte con una máquina de escribir y mucho whisky, es la de una persona que tiene un gato o un perro.
Pero los escritores no suelen ser personas que se ciñan a la norma. Tienden más bien a la excentricidad y es algo que reflejan en sus vidas. En su ropa, en sus palabras y, por supuesto, en sus mascotas.
Mascotas de escritores del pasado
Originalmente escribí este artículo basado solo en los escritores que conozco y en las personas que amablemente me escribieron por Twitter para contarme cuál era su mascota. Sin embargo, creo que una lista de mascotas de escritores estaría incompleta sin mencionar las que ya son, para mí, leyendas de las mascotas. Tanto por quiénes eran sus dueños como por…
La mosca de Virgilio
Se dice que Virgilio, además de poeta, tenía una mosca como mascota. Obviamente es una información difícil de verificar que forma parte de las leyendas que giran en torno a Virgilio, pero igual de difícil es refutarla.
Además de haber tenido una mosca como mascota, Virgilio celebró un funeral increíble a dicho insecto cuando su (corta) vida terminó. 50 músicos, plañideras, vino y comidas exquisitas…
También se habla de 800.000 sestercios de coste del funeral, algo que ahora costaría (según estudios de 2008) casi 1.000.000 de euros.
Casi nada por una mosca…
El oso de Lord Byron
De Lord Byron siempre se han dicho muchas cosas, todas ellas llenas de excesos y excentricidades. Hay quien habla del zoológico de Lord Byron, refiriéndose a que no tenía ni una ni dos mascotas, sino un número absurdo de, además, mascotas extrañas y exóticas.
Pero la historia más curiosa alrededor de las mascotas de Lord Byron, fue su oso.
Dicen que el Trinity College prohibía tener perros como mascotas. Así que estudió esa normativa y vio que nadie decía nada sobre tener osos. Dicho y hecho: compró un oso y lo metió en su cuarto.
La langosta de Gerard de Nerval
Este poeta francés debía sufrir ciertos trastornos mentales entre las que destacan la depresión y la esquizofrenia. Se obsesionó con el ocultismo, la cábala y la magia y, para terminar de engalanar un cuadro ya de por sí preocupante, decidió que su mascota ideal sería una langosta.
Cuando empezó a pasear con ella, alguien debió de darse cuenta de que sus excentricidades iban un poco más allá de lo que podía considerarse normal.
El cuervo de Dickens
Todos hemos oído hablar del cuervo de Dickens, pero en sus historias, no en la vida real.
Sin embargo, Grip, que es como se llamaba en realidad el cuervo, era mucho más que un personaje de Dickens. Porque Grip the Knowing era el animal de compañía de este escritor.
Y mucho más
Ya sabéis que la gente con poder, fama, dinero o todas ellas juntas, se suele permitir el lujo de hacer cosas que nadie más haría. Podría seguir hablando de cuervos, cocodrilos, leones y demás, pero creo que estos ejemplos clásicos ya dan muestra de las excentricidades que rodean a las mascotas de los escritores más famosos.
Pasemos ahora a mascotas que sí podemos tener en casa. Mascotas exóticas en muchos casos que podemos comprar, que es legal comprar y que pueden hacernos una compañía increíble sin ser gatos o perros.
Mascotas de escritores actuales
Como decía, no me he tenido que ir muy lejos para encontrar mascotas exóticas entre los escritores que nos rodean. No he necesitado tirar de hemeroteca o buscar en Google. Me bastó con lanzar una pregunta al aire en Twitter.
Perrito de las praderas
Este pequeño mamífero que seguramente todos hemos visto en algún documental, está emparentado con las marmotas y lanza unos gritos increíbles para avisar del peligro. Mide unos 30 centímetros y pesa alrededor de un kilo (más, de hecho).
No tenía ni idea de que podía ser una mascota hasta que lo vi en una cuenta de instagram uno de estos días tontos de perder el tiempo.
Ver uno de estos encima del teclado de un ordenador me hizo mucha gracia.
También he conocido gente con suricatas como mascotas, pero no eran escritores y, además, me confesaron que tenía ciertas pegas como animal doméstico…
Pollos
Es normal que cuando somos pequeños veamos nacer pollitos (mi hija en la guardería los veía cada año), alguien cercano tenga uno o que incluso vayamos a una granja y los veamos.
Lo que no es tan común es que una óptica regale pollitos (¿?) y tú termines con tres de ellos correteando por tu casa.
Ratas
La rata siempre ha tenido mala fama. El ser humano casi parece estar predispuesto genéticamente para tener miedo de ellas. Sin embargo, por experiencia sé que son uno de los animales de compañía más inteligentes que puedes tener.
Se les puede adiestrar, aprenden muy deprisa, los puedes sacar de paseo y, si los educas bien, da igual la libertad que les des, que siempre volverán a su jaula a dormir.
De hecho, una rata fue la mascota del escritor que contestó a mi llamada en Twitter.
La pena, desde mi punto de vista, es su corta esperanza de vida.
Ardillas coreanas
Si bien es cierto que las ardillas (o muchas de ellas) están prohibidas como mascotas en España, hay mucha gente que tuvo y tiene algún tipo de ardilla como animal de compañía.
Son muy inquietas, necesitan mucho espacio, necesitan saltar, correr…
Aunque da igual, en 2013 se incluyó en el BOE la prohibición de tener ardillas como mascotas. Quizá no de todas las razas, pero el efecto es que no puedes conseguir una ardilla en una tienda de animales.
Conejos
Los conejos son una de esas mascotas que lleva muchísimos años con nosotros, pero que sigue siendo difícil de ver en la casa de alguien. Como siempre, perros y gatos ganan por goleada.
Sin embargo, otra escritora no solo me dijo que tenía un conejo supertoy como mascota, sino que además me envió una foto de su pequeña bola de pelo.
Un animal con muchos años de esperanza de vida, juguetón, cariñoso y suave. Muy suave.
Degús
Y llegamos al final de la lista. A la mascota exótica que tengo yo en casa: el degú.
Una mezcla entre ratón y ardilla (de hecho, se les conoce como ardillas chilenas) que vive unos 8 años, cabe en la palma de una mano (de una mano grande) y es sorprendentemente inteligente y sociable.
Yo tengo dos degús en una jaula que parece un palacio, a las que dejo sueltas por el salón siempre que estoy allí. Reconocen sus nombres, una docena de órdenes verbales, escalan por mis piernas, duermen en la capucha de mi sudadera, me avisan cuando vienen los vecinos o el cartero y disfrutan jugando con mi hija.
¿Quién iba a decir que unos ratones pudieran ser la mascota de un escritor? Yo, hasta hace unos años, no lo hubiera dicho. Pero ahora no sé si tendré un animal de compañía diferente.
En definitiva
Cada vez que oímos hablar de mascotas, todos pensamos en gatos, perros o, a veces, en pájaros. Sin embargo, hay vida más allá de las típicas mascotas. Hay animales muy inteligentes, inquietos y sociables que pueden servir de inspiración para cualquiera, escritores incluidos.
Yo no cambiaría a mis degús por nada del mundo. Primero, porque me dan alergia casi todas las alternativas normales, segundo porque no dan casi trabajo y tercero porque me dejan trabajar con plena libertad en casa. Ya saben que el teclado y el ordenador no se tocan.
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