Hace tiempo que digo que escribir no es solo juntar palabras.
Escribir es contar una historia y escribir también es publicar la historia. Y para poder escribir, hace falta ser capaz de editar esa historia para darle forma, pulirla y dejarla limpia y apetecible para los lectores (y también para que las editoriales quieran hacerse con ella).
Después de cuatro años escribiendo de manera profesional, cuatro novelas planificadas, tres escritas, dos terminadas y una a pocos meses de su publicación, he conseguido dar con un mecanismo que no solo me sirve para eso, sino que también me ayuda a terminar de escribir las novelas.
Cómo editar de forma eficiente y por qué
Voy a decir una perogrullada, pero el concepto de editar va más allá de la labor que hacen aquellos que se dedican a la edición. Editar, como te decía al principio, significa preparar a tu historia —en forma y contenido— para que vea la luz.
Está claro que parte de esa edición es algo que debe hacer un corrector y un editor, pero es innegable que para llegar hasta ese punto primero hay que poder ofrecerles un texto con cierta calidad. No me cansaré de decir que nunca, nunca, debes presentar al público (a esas personas que van a leer y a juzgar tu trabajo, sean lectores, editores o cualquiera al que tienes que deslumbrar con tu obra) el resultado de tu primer borrador.
Como mínimo deberías hacer una revisión completa del texto para limar las asperezas más gruesas del contenido (la historia y su estructura) y la forma (ortografía, gramática y estilo). Por eso, cualquier escritor que se precie tiene que saber cómo editar de forma eficiente lo que escribe.
A mí me ha costado cuatro años dar con la clave que me funciona, a ver si consigo ahorrarte a ti parte de ese periodo de aprendizaje ;-).
El proceso de preedición
Déjame distinguir dos tipos de edición. La primera, la que todos conocemos, sería lo que yo llamo la postedición. Es la labor que suele recaer en correctores y editores externos, el paso previo a la publicación de una novelao. Mientras que la segunda, la que yo llamo preedición, es la que todo escritor debería hacer en su día a día y antes de que nadie más que él viera el texto completo.
Sobre la postedición ya hablé largo y tendido en el tercer pilar de la autopublicación: la corrección, así que no voy a entretenerme más hablando de qué es.
Hoy de lo que voy a hablar es de cómo editar de forma eficiente antes de llegar a la fase de enviar tu manuscrito a los lectores beta, editores y correctores.
Por qué preeditar
De las cuatro novelas que he empezado (como te decía, dos terminadas y una prácticamente), dos han muerto por errores que he cometido durante las primeras fases, por no saber cómo editar un texto de forma eficiente. Y, por si tienes curiosidad, la tercera murió asfixiada antes de nacer (sobreplanifiqué tanto la historia que ya no me apetecía escribirla).
El caso es que, por no editar durante el proceso de escritura (o no editar de forma eficiente en la segunda), me encontré con dos bloques de más de 100.000 palabras cada uno y sin saber por dónde empezar a desbrozarlo.
Porque, aunque pienses que editar durante tu proceso de escritura diario (o semanal/mensual) sea una pérdida de tiempo, la realidad es que estarás allanándote el camino para cuando llegue el momento de la verdad.
Y es que la preedición te ayudará a:
1. Asegurarte de la coherencia de tu historia
Haz un cálculo rápido: si escribes 1000 palabras cada día laborable, unas 5000 palabras semanales, y escribes una novela de 75.000 palabras… eso son 15 semanas de trabajo ininterrumpido. Pon ahora vacaciones, médicos y desastres naturales, y esa cifra engordará hasta las 20 semanas de trabajo siendo generoso. 5 meses escribiendo sobre la misma historia.
Es posible que tu protagonista empezase con una motivación muy distinta a la que ahora crees que era. Revisar el texto de forma periódica te ayudará a evitar situaciones absurdas en las que dijiste A y terminaste contando Z.
2. Unificar términos y terminología
Es posible que tengas un glosario de términos y te acuerdes de la mayoría de las situaciones. Pero si escribes ciencia ficción, como yo, o fantasía, seguro que habrá mil situaciones que te generen dudas mientras escribes.
¿Cómo llamé a este tío? ¿Y ese secundario que me saqué de la manga? ¿Cómo era el chiste que había entre estos dos personajes?
3. Unificar estilos
La evolución literaria de cada uno es evidente con el paso de los meses y la práctica. Sobre todo cuando estás empezando a escribir.
De manera ideal esos momentos de madurez suceden cuando terminas un proyecto. Pero la realidad es que durante esos 5 meses de escritura vas a sufrir cambios en la manera de exponer las situaciones. La preedición pretende unificarlo todo y que el corrector final (o tú mismo) no se encuentre con siete maneras de expresarse diferentes al terminar.
4. Refrescar comportamientos e información sobre personajes y tramas
¿En serio te acuerdas de cada frase, manera de hablar, descripción y conexión entre cada uno de tus personajes?
Las historias se ramifican y se complican con cada palabra que añadimos y cada día que dejamos pasar antes de terminar. Revisar quién hace qué y cuándo es vital para que todo llegue a buen puerto y no te vuelvas loco al tener que revisar el texto completo.
5. Raspar los errores gramaticales más evidentes
No necesita mayor explicación, ¿verdad? Cuando nos metemos a escribir sin control generamos una cantidad abismal de palabras que pasan directamente de nuestra mente a la pantalla. Los errores tipográficos, las repeticiones, las palabras inventadas o las frases absurdas son algo muy común en la escritura en bruto.
Cómo editar de forma eficiente
Si has llegado hasta aquí está claro que esto te interesa, ¿verdad? Así que déjame contarte cómo editar de forma eficiente o, al menos, cómo lo planteo yo.
Para mí editar de forma eficiente consiste en tres tipos distintos de edición mientras escribo:
1. Edición diaria
Esta parte es la más importante para saber cómo editar de forma eficiente. Si coges el hábito de leer, anotar y corregir todos los días, te estarás haciendo la vida mucho más fácil cuando termines el proyecto entero.
Cada día, antes de empezar a escribir, releo parte de lo que precede a esa escena en concreto. Normalmente, esa parte incluye la sesión del día anterior y un trozo de lo de dos días antes.
¿Qué ventajas tiene esto? Lo primero es que entras en materia. Relees por dónde iba tu historia, vuelves a conectar con los personajes y refrescas las ideas con las que deberías seguir.
Lo segundo es que corriges los errores más flagrantes. Forma, estilo, estructura… cuando relees algo que has escrito en tan poco tiempo, te acuerdas perfectamente de qué querías conseguir y compruebas de primera mano si lo has hecho, o no, y si lo has hecho bien.
De esta forma te aseguras que tu texto mantenga siempre una coherencia bastante uniforme en una cantidad de tiempo irrisoria. Porque leer, sin corregir en detalle, 1000 o 2000 palabras no es algo muy costoso.
Y por último, mientras escribo añado comentarios con cada una de las ideas, personajes o situaciones que me generan dudas. ¿No sé quién dijo qué y voy a mencionarlo? Pongo el primero que se me ocurre y anoto que tengo que confirmarlo. ¿Dudo con un nombre? Escribo lo que me venga en gana (incluso XXXX) y marco con un comentario que tendré que revisarlo.
Así con todo.
Si te acostumbras a crear comentarios usando el teclado (⌘+shift+* en Scrivener para Mac), puedes plagar tu texto con docenas de comentarios sin perder el ritmo de escritura. Y créeme, es muy práctico hacerlo.
2. Edición mensual
He llamado a esta parte mensual por acotarla en el tiempo. La realidad es que cada vez que termino un capítulo (o una serie de escenas con entidad propia) me gusta releerlo para ver que no me haya dejado nada, que no haya abierto más melones de los que puedo manejar y que las cosas suceden por un motivo.
De hecho, también me sirve para afilar los cuchillos con los que cortaré el siguiente capítulo y para ver si me estoy desviando de mi objetivo.
Si has hecho bien la parte de edición diaria, este proceso se limitará a seguir el camino de notas y comentarios que tú mismo te hayas dejado. Solo tendrás que pulir algún detalle menor y asegurarte que esas XXXXXX o YYYYYY desaparezcan y se conviertan en nombres reales.
3. Edición por partes
Esta es la madre del cordero. La que me ha salvado el culo del parón navideño y por la que tuve que tirar a la basura 140.000 palabras de mi novela anterior (de la que puedes leer la primera escena aquí.
Cada vez que termino una sección (llámalo sección, llámalo parte o llámalo inicio/nudo/desenlace) de mi historia, dedico uno o dos días a releer la sección completa.
El objetivo de esta lectura es acabar con todos y cada uno de los comentarios del documento.
Pero hay más, y es que si te dilatas mucho con tu escritura y/o mejoras tu manera de hacerlo, éste método te permitirá ver las diferencias. Cuando cojas una sección de hace un mes (o dos, o tres, o…) y la releas, verás todas esas cosas que ahora te parecen imposibles de hacer mal y que antes eran el pan nuestro de cada día.
Mi gran error con la novela del megaedificio fue tratar de escribir el borrador del tirón, sin releer nada en absoluto. El resultado, después de tres parones muy grandes en mi escritura, fue que tras 10 meses escribiendo tenía entre manos un engendro de tres cabezas, con tantos cambios de estilo que hacían muy difícil su corrección y unificación.
En resumen
Tienes que tener muy presente que escribir como tal es un compendio de varias cosas más que solo juntar palabras. Una de ellas, más importante cuándo más largo es el texto y menos experiencia tiene el escritor, es saber cómo editar de forma eficiente lo que escribes cada día.
Cuanto más limpia y coherente sea la escritura del primer borrador, más fácil te será obtener una historia perfecta. Y, sobre todo, evitarás frustrarte cuando te encuentres ante la primera corrección seria de tu texto.
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