Cuando entré en consultoría, me di cuenta rápido de que muchos de los problemas que teníamos con los clientes era la diferencia entre las expectativas que creaban nuestros equipos de venta, las expectativas que creaban los directivos de la empresa que nos contrataba, las expectativas que trasladaban a sus empleados y las expectativas que tenían esos empleados de nosotros.
Esa cadena de expectativas era tan larga y estaba tan mal gestionada, que cuando llegábamos nosotros, los consultores de primera línea de batalla, nos encontrábamos con un ambiente altamente hostil. El gerente de la empresa quería optimizar sus procesos y reducir plantilla si era posible, el operario quería trabajar menos o más fácil y mientras, nuestros jefes querían acabar rápido e invertir pocos recursos en el proyecto.
El resultado fue que algunos de los proyectos que viví allí convirtió el entorno laboral en situaciones que bien parecían un campo de batalla. Técnicas por ambas partes para desenmascarar los engaños, escurrir el bulto, echar la culpa al otro… No se lo recomendaría ni a mis peores enemigos.
¿Por qué te cuento esto? Porque el problema de la mala gestión de expectativas no solo afecta al mundo empresarial, sino también al mundo cinematográfico y literario.
George R. R. Martin es un buen ejemplo del problema de las expectativas, sumado a su lentitud habitual para completar el trabajo. Cuanto más tiempo pasa, más esperamos de él, más presión tiene y menos escribe.
Y ahora resulta que sale a la luz cierta información de Patrick Rothfuss, nacida desde su propia editora, que vuelve a remarcar este problema de morir de éxito. Si en 2011 ya estábamos deseando leer la tercera y última parte de la Crónica del asesino de reyes, hoy, en 2020, ese deseo se ha convertido en desesperación.
Las expectativas que sentó con el primer libro, El nombre del viento, fueron altas. Ya solo la sinopsis apuntaba muy arriba. Leer el segundo, El temor de un hombre sabio, no hizo más que confirmar y alimentar esas expectativas.
Creo, sinceramente, que él mismo se excedió en hacer crecer la leyenda de su saga y no tardó en verse desbordado por unas expectativas crecientes que ni él mismo podía gestionar. A los hechos me remito: tantos años después, su editora confiesa que no ha recibido una sola página del tercer libro.
¿Miedo? ¿Incapacidad para terminar algo tan grande? ¿O simple dejadez?
Lo que es innegable es que todos queremos leer cómo termina la Crónica, que Patrick Rothfuss no ha sabido gestionar las expectativas que creó hace ya 10 años y que muy posiblemente él mismo esté desbordado por ellas.
Puedes leer los comentarios de su editora en este post del blog El Caballero del Árbol Sonriente.
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