Hoy me he levantado con ganas de guerra. Después de terminar con Memoria selectiva, y empezar con mi siguiente proyecto literario, me encuentro en ese punto en el que tengo que pensar en desarrollar el entorno para ese nuevo proyecto. Y después de haber diseñado tantos mundos y haber leído tanto sobre worldbuilding, yo me pregunto: ¿es el worldbuilding una pérdida de tiempo? ¿O realmente es necesario?
Quizá es una pregunta que tiene algo que ver con cómo ha evolucionado mi sistema de escritura a lo largo de los años. Quizá es que últimamente he leído demasiados artículos sobre worldbuilding. O quizá es que tengo muy frescas mi sesiones de hoynoquierotrabajarasíquevoyadiseñarunmundo. Pero, lo que está claro, es que el worldbuilding puede ser una herramienta de procrastinación maravillosa.
Worldbuilding
Si estás leyendo este artículo, lo más seguro es que seas escritor. Igual todavía no lo eres y solo estás en proceso (o simplemente te atrae esto de crear mundos), pero lo que está claro es que te interesa el worldbuilding. Y déjame asumir que, si has picado con la pregunta de si es una pérdida de tiempo o no, te planteas si tienes que dedicar mucho o poco tiempo a desarrollar ese increíble universo que te traes entre manos.
Pues bien, asumiendo todo eso, lo lógico es pensar que sabes qué es el worldbuilding. ¿Me equivoco? Vale, entonces… ¿qué es el worldbuilding? Es, ni más ni menos, el diseño del entorno en el que se va a ubicar tu historia. Entorno, personajes, cultura, historia, ciencia, tecnología, lenguaje, sistema social… cualquier cosa que se te ocurra que puedas llegar a necesitar en esa historia y que no es propiamente dicho escribir.
Así que, después de haber asumido todas estas cosas, llega la pregunta del millón: ¿para qué sirve este desarrollo? O, dicho de otra manera, ¿cuánto de ese trabajo de worldbuilding va a ver la luz en tu historia?
Salvo que seas un fanático de las obras descriptivas, no vas a incluir una cantidad abismal de texto explicativo sobre tu mundo en esa historia. Vas a dar cuatro pinceladas, dejarás entrever la profundidad de ese mundo, y vas a pasar de puntillas sobre el 90% de ese trabajo de worldbuilding que has hecho. Yo, al menos, lo hago así.
Y, si vas a pasar por encima de ese 90%…
¿Para qué haces ese worldbuilding tan maravilloso?
Creo que hay dos motivos esenciales para desarrollar todo el detalle posible de un mundo:
- Para que el lector pueda conocerlo.
- Para que el escritor se sienta cómodo contando una historia que tiene lugar allí.
El primer motivo, sintiéndolo mucho, no es suficiente para diseñar la religión de los ancestros del padre de tu protagonista (salvo que la historia gire en torno a ese detalle). Porque, aquí, entre tú y yo, engañar al lector es bastante fácil. Dos términos bien colocados, un par de descripciones detalladas e incompletas de lo absurda que era esa religión, tres nombres raros de dioses y sacerdotes… y ya tienes tu propia religión diseñada. Luego, más adelante, incluyes alguna referencia como «¡Por Akhamamir!» y un «iba en contra de su religión» y…
¿Me explico? Dotar a un mundo de personalidad propia es similar a dar verosimilitud a la ciencia que te inventas. Y, sobre esto último, ya te conté que existían opciones para hacerlo sin tener ni idea de qué estás diciendo. Lo que importa es que parezca que sabes lo que dices. De hecho, te invito a leer el principio de Memoria selectiva y a que me digas tú mismo si hice o no hice un trabajo profundo de worldbuilding… eso sí, te voy anticipando que esos primeros párrafos salieron enteritos sin un solo minuto de worldbuilding previo.
Sin embargo, el motivo #2 para realizar un worldbuilding profundo es algo que sí importa para que tú, escritor, hagas un buen trabajo. Tu comodidad y tu tranquilidad son importantes a la hora de enfrentarte a esa nueva historia. Y si necesitas conocer el nombre de siete generaciones previas a tu protagonista… entonces ese worldbuilding no es una pérdida total de tiempo. Porque, aunque no sea importante para la trama, sí lo es para ti.
Como muestra, aquí tienes otro relato: Señor presidente. Es el más corto de los 13 que componen mi nuevo libro de relatos y es uno de los que más trabajo me dio en cuanto al worldbuilding previo. Y es que, aunque el relato solo tenga 1200 palabras, diseñé el cómo y el por qué sucede lo que sucede hasta un nivel de detalle bastante absurdo. Absurdo, sobre todo, porque solo se menciona algo de ese trabajo previo en un par de frases concretas. Pero, cuando decidí lo que quería conseguir en ese relato, no me sentí nada cómodo haciéndolo sin saber por qué lo hacía.
Eso sí, también te confieso que el resultado hubiera sido el mismo, a priori, sin ese diseño previo.
Entonces…
¿Hasta dónde llegar con ese worldbuilding?
Lo primero es dejar claro que cada escritor tiene su técnica y cada persona tiene sus necesidades. Igual que hay escritores mapa y escritores brújula, hay escritores híbridos y escritores que a veces usan un mapa, otras una brújula y otras no utilizan ninguna herramienta.
Como te decía, habrá momentos en los que tengas la necesidad imperiosa de hacer una plantilla del dibujo de la suela del zapato de uno de tus personajes, y otros en los que ni siquiera sepas cómo se llama. Pero lo que está claro es que, cada vez que quieras dedicar tu precioso tiempo de escritura al noble arte de perder el t… de diseñar mundos, tienes que hacerte una sencilla pregunta:
¿Sirve este worldbuilding a un propósito concreto dentro de mi historia?
Si la respuesta es que no, te recomiendo que anotes la idea que te ha llevado hasta ahí y la dejes aparcada por si algún día te hace falta. Pero no sigas desarrollándola. El worldbuilding por el mero hecho de diseñar, no te va a ayudar a terminar de escribir tu historia.
Y recuerda que todo lo que haces tiene un único objetivo: terminar de escribir tu libro. Perderse en la inmensidad de detalles que vas a encontrar a lo largo del camino solo te ayudará a no cumplir con ese objetivo. El worldbuilding porque sí tiene poca utilidad. Salvo que nades en reputación, ventas y dinero, te interesa terminar tu libro lo antes posible. Porque, como dicen por ahí, hecho es mejor que perfecto.
Así que, aunque ya ves que a veces yo mismo caigo en la misma trampa que tú y pierdo días de trabajo diseñando mundos, mi recomendación es que limites al máximo el tiempo que dedicas al worldbuilding.
En definitiva
Si eres de esos escritores que puede sobrevivir sin dedicar demasiado tiempo al worldbuilding de tu novela… ¡enhorabuena! Eres un escritor muy productivo que consigue resultados sin tener que invertir demasiado tiempo a tareas paralelas.
Si, por el contrario, necesitas dedicar el mismo tiempo a preparar tu mundo que a escribir sobre él… Quizá tengas que replantearte el uso que haces del worldbuilding. A veces es necesario, pero otras muchas somos nosotros mismos diciéndonos que no queremos escribir.
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